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[Historia] - Historia de una amiga imaginaria


Era un día triste de 200X. La computadora se quemó. La impresora se quedó sin tinta y el portatil mostraba un mensaje rojo que decía "Su equipo está en riesgo...".

Era la 1pm. Solo que quedaba esperar que terminara el día. Vana esperanza. Miré el reloj. Era la 1:01pm.

Tenía que matar el tiempo. Me paré frente a la puerta de un restaurante de empanadas que quedaba cerca del trabajo. No quería hablar, no quería recibir llamadas. Me quedaría ahí, observando recostado en un marco de la puerta mientras veía a la gente comer esas empanadas llenas de glutamato que falsificaba el sabor natural de la carne. Algún día la gente se daría cuenta. Primero tenían que saber que significaba la palabra glutamato y entonces...

-Hola... ¿Por que no hablas mucho?- Dijo una voz chillona. Me tomó por sorpresa. Salté. Luego oí una risa. Era la nueva muchacha que trabajaba en mi oficina. El cabello morado, los ojos saltones y marrones. Alegre y sonrisa verídica. Sonreí.

-Quizá no tengo mucho que decir- le dije tratando de parecer serio. Sonrió. Miró a la gente en del restaurante, luego me miró. Por un momento creí que había leído mi mente. No. Sonrió otra vez. Imaginé lo que estaba pensando: -Este tipo es muy raro-. Frunció la frente. El gesto confirma mi sospecha. -Tu también eres muy rara-, pensé.

Metió una de sus manos en su cartera. Sacó un celular. Miró la pantalla -para ver algo escrito en letras moradas- y me dijo -¿Sabes? me aparece este extraño mensaje en el celular...-

...

Ese fue el inicio de una hermosa amistad. Así, sin más. En la oficina nos veían conversando alegremente. De lunes a viernes. Sábado y domingo. -Tengo algo que contarte...- me decía cuando llamaba a las 9 o 10 de la noche. Curioso, a mi no me gustaba recibir llamadas, pero tenía curiosidad por sus historias.

...

Un día soleado de inicio de verano ella no vino a trabajar. Llamé al celular y no respondió. Al siguiente día tampoco. Fui a la oficina de empleados a preguntar. La vieja señora encargada de los contratos sabría algo. -Sabe donde está Johana- pregunté. -¿Johana? ¿Quién Johana?- respondió la vieja.

Bueno, basta de dramas. Nadie recordaba a Johana, excepto yo. -Quizá es fruto de mi imaginación- pensé. Debería dedicar menos tiempo a pensar en dilemas y más tiempo con las personas. El hombre de la bata blanca me había advertido: -Un poco más y perderás todos los tornillos-. Terminado el horario de trabajo me fui a un parque y me senté a esperar algo. No sé qué. Quizá me preguntaba si todavía me sobraban los tornillos.

...

Eran las 6:40pm. Regresé al restaurante de empanadas. Esperé y esperé en el marco de la puerta donde había conocido a Johana. Miré de reojo a la izquierda y derecha, pero no aparecía la condenada. De pronto la luz vino a mi cabeza: -Quizá me estaba haciendo una broma. Quizá todos se habían puesto de acuerdo.- pensé -Ese muchacho mudo, vamos a darle una lección-.

...

De confirmarse la broma, me sentiría estúpido. Quería salir del enredo. Quería saber qué había pasado con Johana, si la había imaginado o era un broma. Todo había empezado en el restaurante y mi odio por el glutamato. -Quizá, muy en el fondo quiero probar el glutamato del restaurante- pensé.

Me animé a tomar una mesa. Pedí una empanada. El mozo la trajo alegre. En la mesa de mantel blanco. La empanada se veía bien. Me animé a comerla. Estaba llena de glutamato. Horrible. Pedí un café. Bebí lentamente. El sabor no se borraba.

El reloj marcaba las 11 de la noche. El mozo se acerco y dijo -Señor vamos a cerrar- mientras quitaba la taza de la mesa y me alcanzaba la cuenta. Pagué. Salí del restaurante, caminé deprisa hacia la calle principal. Neón. Mucho neón. Caminé dos cuadras y giré en el callejón oscuro. Muy oscuro. Caminé aprisa. Cuando dolor. Cuanto mal sabor.

Y desaparecí.

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